MINISTERIO CATOLICO MISIONERO DE EVANGELIZACION
LO QUE NOS PIDAS...HAREMOS
LO QUE NOS PIDAS HAREMOS
SOS-SOPLO DE SANTIDAD
A A DONDE MANDES...IREMOS
SOS-SOPLO DE SANTIDAD
CONSAGRACION AL INMACULADO CORAZON DE MARIA
A DONDE MANDES IREMOS . . .
MINISTERIO CATÓLICO MISIONERO DE EVANGELIZACIÓN
Consagración individual al Inmaculado Corazón de María
Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía,
yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón
y te consagro mi cuerpo y mi alma,
mis pensamientos y mis acciones.
Quiero ser como tú quieres que sea,
hacer lo que tú quieres que haga.
No temo, pues siempre estás conmigo.
Ayúdame a amar a tu hijo Jesús,
con todo mi corazón y sobre todas las cosas.
Pon mi mano en la tuya para que esté siempre contigo.
Consagración del hogar y la familia al Inmaculado Corazón de María
¡Oh Virgen María!, queremos consagrar hoy nuestro hogar y cuantos lo habitan
a vuestro Purísimo Corazón.
Que nuestra casa, como la tuya de Nazaret, llegue a ser un oasis de paz y felicidad por:
- el cumplimiento de la voluntad de Dios,
- la práctica de la caridad,
- y el abandono a la Divina Providencia,
¡Que nos amemos todos como Cristo nos enseñó!. Ayúdanos a vivir siempre cristianamente
y envuélvenos en tu ternura.
Te pido por los hijos que Dios nos ha dado (se citan los nombres) para que los libres de todo mal
y peligro de alma y cuerpo, y los guardes dentro de Tu Corazón Inmaculado.
Dígnate, Madre nuestra, transformar nuestro hogar en un pequeño cielo, consagrados
todos a vuestro Corazón Inmaculado. Amén.
¡Corazón Inmaculado de María, sálvanos!
¿Qué es la Consagración al Inmaculado Corazón de María?
Una promesa de amor en donde se le da todo lo que la familia es, tiene y hace a Jesús
a través del Corazón Inmaculado de la Virgen María, para vivir plenamente entregados
a la voluntad del Padre.
La familia se abandona en las manos de la Virgen María para que ella ejerza su papel
de Madre espiritual, de Mediadora de las gracias, de Abogada y de Reina.
La meta final de toda consagración es Jesús; La Virgen María es el medio eficaz para alcanzar
mayor unión con Cristo y es fuente de protección maternal contra Satanás.
Por medio de la consagración, los miembros de la familia han de llegar a ser como San José, totalmente dedicados a Jesús y a María. Deben pedir a Dios la gracia de vivir fieles
a esta consagración, reconociendo que pertenecen a los Corazones de Jesús y de María,
quienes han de ser el centro de cada aspecto de sus vidas, decisiones, relaciones, etc.
¿Cuáles son los frutos de la Consagración al Inmaculado Corazón de María?
Permitirá a la Virgen Santísima usar libremente su poder de intercesión y de santificación
para el crecimiento de su familia en la gracia.
La Virgen respeta la voluntad de cada uno y por eso espera a que la familia se consagre
libremente para entonces ejercer su misión plenamente. Primero hay que abrir las puerta
s y luego responder fielmente a todo cuanto pide la Virgen para acercarnos al Corazón de Jesús.
La Virgen María será Fuente de Protección: Por la decisión libre que han tomado, su familia pertenece a al Corazón de María, y serán protegidos espiritualmente.
Les obtendrá gracias para vivir en la virtud y les ayudará a abrir sus corazones para vivir
las virtudes que se encuentran en los Corazones de Jesús y María. Especialmente la humildad,
la mansedumbre, el amor sacrificial, la pureza y la obediencia
También les ayudará a ejercer las virtudes que construyen y mantienen la unidad de familia,
como la paz, el orden, el respeto, la delicadeza, el pensar primero en el otro, la abnegación,
la comunicación y sobre todo la caridad.
¿Cómo debe vivir una Familia consagrada al Corazón Inmaculado de María?
-Fidelidad a la Iglesia y a los Sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Confesión habitual.
-Oración, personal y familiar, especialmente el rezo del Santo Rosario con frecuencia.
-Tener una imagen del Corazón Inmaculado de María en un lugar destacado del hogar
-Apoyar a su parroquia de la manera que ustedes puedan (con su tiempo, con recursos, etc.)
-Ser generosos en las necesidades de los demás.
-Renovar regularmente la oración de Consagración de la familia al Corazón Inmaculado de María.
¿Por qué honramos el Inmaculado Corazón de María?
San Juan Pablo II expresó: “De María aprendemos a amar a Cristo, su Hijo y el Hijo de Dios…
De ella aprendemos a ser siempre fieles, a confiar en que la Palabra de Dios se cumplirá
en nosotros, que nada es imposible para Dios.”
Cuando honramos al Inmaculado Corazón de María, honramos también a Jesús.
Al honrar a la Madre, se honra al Hijo. Además, María también es nuestra madre
(cf Apocalipsis 12,17), y su corazón de madre es incomparable. San Luis de Montfort afirmó:
“Ni todo el amor de todas las madres alcanzaría a equiparar el amor del corazón de María
por sus hijos”.
Fiesta del Inmaculado Corazón de la Virgen María
María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón. Un corazón que arde
de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra su pureza total y que atravesadoo
por una espada nos invita a vivir el sendero del dolor-alegría.
La Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa al Sagrado
Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo. Los Corazones de Jesús y María
están maravillosamente unidos en el tiempo y la eternidad...
La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre.
Por ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María.
Esto se hace evidente en la liturgia, al celebrar ambas fiestas de manera consecutiva,
viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo del Corpus Christi.
Santa María, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su amor maternal, a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado Corazón que nos ayude a conformarnos
con su Hijo Jesús.
Venerar su Inmaculado Corazón significa, pues, no sólo reverenciar el corazón físico
sino también su persona como fuente y fundamento de todas sus virtudes.
Veneramos expresamente su Corazón como símbolo de su amor a Dios y a los demás.
El Corazón de Nuestra Madre nos muestra claramente la respuesta a los impulsos
de sus dinamismos fundamentales, percibidos, por su profunda pureza, en el auténtico sentido.
Al escoger los caminos concretos entre la variedad de las posibilidades, que como a toda persona
se le ofrece, María, preservada de toda mancha por la gracia, responde ejemplar y rectamente
a la dirección de tales dinamismos, precisamente según la orientación en ellos impresa
por el Plan de Dios.
Ella, quien atesoraba y meditaba todos los signos de Dios en su Corazón, nos llama a esforzarnos
por conocer nuestro propio corazón, es decir la realidad profunda de nuestro ser,
aquel misterioso núcleo donde encontramos la huella divina que exige el encuentro
pleno con Dios Amor.
La historia de la devoción del Inmaculado Corazón se inicia en el siglo XVII,
como consecuencia del movimiento espiritual que procedía de San Juan Eudes.
Más adelante, en diciembre del año 1925 la Virgen Santísima se le apareció a Lucía Martos,
vidente de Fátima, y le prometió asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias
para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos,
se confesasen, recibieran la Sagrada Comunión, rezasen una tercera parte del Rosario,
con la intención de darle reparación.
En la tercera aparición de Fátima, Nuestra Madre le dijo a Lucía: "Nuestro Señor quiere
que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado. Si se hace lo que te digo
se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra.... Quiero que se consagre
el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación se comulgue el primer sábado
de cada mes.... Si se cumplen mis peticiones, Rusia se convertirá y habrá paz....
Al final triunfará mi Corazón Inmaculado y la humanidad disfrutará de una era de paz."
En un diálogo entre Lucía y Jacinta, ella, de diez años, dijo a Lucía:
"A mí me queda poco tiempo para ir al Cielo, pero tú te vas a quedar aquí abajo para dar
a conocer al mundo que nuestro Señor desea que se establezca en el mundo la devoción
al Corazón Inmaculado de María".
"Diles a todos que pidan esta gracia por medio de ella y que el Corazón de Jesús desea
ser venerado juntamente con el Corazón de su Madre. Insísteles en que pidan la paz
por medio del Inmaculado Corazón de María, pues el Señor ha puesto en sus manos
la paz del mundo."
El Papa Pío XII, el 31 de Octubre de 1942, al clausurarse la solemne celebración en honor
de las Apariciones de Fátima, conforme al mensaje de éstas, consagró el mundo
al Inmaculado Corazón de María.
Asimismo, el 4 de mayo de 1944 el Santo Padre instituyó la fiesta del Inmaculado
Corazón de María, que comenzó a celebrarse el 22 de Agosto. Ahora tiene lugar
el Sábado siguiente al Segundo Domingo de Pentecostés.
María, signo de la caridad cristiana
1. La constitución dogmática Lumen Gentium nos enseña que la Iglesia católica
nunca se ha cansado - y sin duda no lo hará jamás - de reclinarse filialmente sobre
el Rostro glorioso de su Madre, para escrutar amorosamente el misterio insondable.
Si María, como lo canta la liturgia del rito bizantino, es un “abismo insondable para los ojos
de los Ángeles y una cumbre inaccesible para los razonamientos humanos” , se comprende
que siempre forme parte de la contemplación de la Iglesia y que suscite la reflexión
incansablemente renovada de sus teólogos.
En el misterio de María se expresa, de manera maravillosamente privilegiada y única,
el amor eterno de las Personas divinas por las personas angélicas y humanas; el amor de Cristo
por su Iglesia.
Todos los misterios, todas las situaciones, todos los actos, todas las palabras, todas las decisiones libres, todos los privilegios* de María, en la economía de la salvación, expresan la ardiente
caridad de su Corazón traspasado y glorioso por las sociedades humanas, angélica y divina
y por la Iglesia, de la que es miembro y madre. Esta misma caridad es el más perfecto
reflejo puramente creado del Amor increado.
Desearíamos, pues, enfocar la totalidad del misterio mariano desde la perspectiva del Corazón
de María y de su difusión eclesial. Esperamos, de esta manera, hacer fructificar - al menos
en parte - las admirables intuiciones que tuvo Scheeben en el siglo XIX:
“En María, el corazón es el centro vital de la persona: la representa como tal en su carácter
personal de Madre; corazón que es órgano de la maternidad corporal como de la maternidad espiritual. Toda la posición y la actividad de María se resumen en la noción del Corazón místico
del Cuerpo místico de Cristo” .
Scheeben fue replicado, indudablemente de manera inconsciente en nuestro siglo, por el teólogo ortodoxo ruso V. Iljin quien expresaba así el alcance eclesial de su fe personal
en la Inmaculada Concepción:
“María es el Corazón de la Iglesia. En la confesión de su pureza radical y original, es decir
de su indivisibilidad, de su “tsélomoudriia” (castidad y también todo sabiduría) está contenida
el testimonio de la unidad ya realizada de la Iglesia, y la prenda de su realización exterior
y empírica; es decir, de la entrada en la Iglesia de la cantidad prefijada de elegidos” .
Consideraremos, entonces, al Corazón de María como corazón maternal de la Iglesia;
primero en el dogma y en el culto mariano, apoyándonos sobres las inacabables enseñanzas
de la Biblia y de los Padres, bajo la guarda vigilante del Magisterio, cuya expresión privilegiada
es la liturgia. Luego, en una segunda parte, examinaremos de manera especial los problemas teológicos y las ventajas ecuménicas y pastorales vinculadas a la afirmación:
el Corazón Inmaculado de María es miembro eminente y Corazón del Cuerpo Místico
de Cristo.
Acto de Consagración al Inmaculado Corazón de María por el Papa Pio XII
¡Oh Reina del Santísimo Rosario, auxilio de los cristianos, refugio del género humano,
vencedora de todas las batallas de Dios! Ante vuestro Trono nos postramos suplicantes,
seguros de impetrar misericordia y de alcanzar gracia y oportuno auxilio y defensa
en las presentes calamidades, no por nuestros méritos, de los que no presumimos,
sino únicamente por la inmensa bondad de vuestro maternal Corazón.
En esta hora trágica de la historia humana, a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, nos entregamos
y nos consagramos, no sólo en unión con la Santa Iglesia, cuerpo místico de vuestro Hijo Jesús,
que sufre y sangra en tantas partes y de tantos modos atribulada, sino también
con todo el Mundo dilacerado por atroces discordias, abrasado en un incendio de odio
, víctima de sus propias iniquidades.
Que os conmuevan tantas ruinas materiales y morales, tantos dolores, tantas angustias
de padres y madres, de esposos, de hermanos, de niños inocentes; tantas vidas cortadas en flor, tantos cuerpos despedazados en la horrenda carnicería, tantas almas torturadas y agonizantes,
tantas en peligro de perderse eternamente.
Vos, oh Madre de misericordia, impetradnos de Dios la paz; y, ante todo, las gracias
que pueden convertir en un momento los humanos corazones, las gracias que preparan,
concilian y aseguran la paz. Reina de la paz, rogad por nosotros y dad al mundo en guerra la paz
por que suspiran los pueblos, la paz en la verdad, en la justicia, en la caridad de Cristo.
Dadle la paz de las armas y la paz de las almas, para que en la tranquilidad del orden
se dilate el reino de Dios.
Conceded vuestra protección a los infieles y a cuantos yacen aún en las sombras de la muerte; concédeles la paz y haced que brille para ellos el sol de la verdad y puedan repetir con nosotros
ante el único Salvador del mundo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres
de buena voluntad.
Dad la paz a los pueblos separados por el error o la discordia, especialmente a aquellos
que os profesan singular devoción y en los cuales no había casa donde no se hallase
honrada vuestra venerada imagen (hoy quizá oculta y retirada para mejores tiempos),
y haced que retornen al único redil de Cristo bajo el único verdadero Pastor.
Obtened paz y libertad completa para la Iglesia Santa de Dios; contened el diluvio inundante
del neopaganismo, fomentad en los fieles el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana
y del celo apostólico, a fin de que aumente en méritos y en número el pueblo de los que
sirven a Dios.
Finalmente, así como fueron consagrados al Corazón de vuestro Hijo Jesús la Iglesia
y todo el género humano, para que, puestas en El todas las esperanzas, fuese para ellos señal
y prenda de victoria y de salvación; de igual manera, oh Madre nuestra y Reina del Mundo,
también nos consagramos para siempre a Vos, a vuestro Inmaculado Corazón, para que
vuestro amor y patrocinio aceleren el triunfo del Reino de Dios, y todas las gentes,
pacificadas entre sí y con Dios, os proclamen bienaventurada y entonen con Vos,
de un extremo a Otro de la tierra, el eterno Magníficat de gloria, de amor,
de reconocimiento al Corazón de Jesús, en sólo el cual pueden hallar la Verdad,
la Vida y la Paz.
Oración al Inmaculado Corazón
"Acuérdate, Nuestra Señora del Sagrado Corazón,
de las maravillas que el Señor hizo en ti:
Te eligió por madre y te quiso junto a su cruz.
Hoy te hace compartir su gloria y escucha tus súplicas.
Ofrécele nuestras alabanzas y nuestra acción de gracias.
Preséntale nuestras peticiones.
(Aquí se pide la gracia que se desea obtener)
Haznos vivir, como tú, en el amor de tu Hijo,
para que venga a nosotros su reino.
Conduce a todos los hombres
a la fuente de agua viva que brota de su Corazón,
derramando sobre el mundo
la esperanza y la salvación, la justicia y la paz.
Mira nuestra confianza, atiende nuestra súplica
y muéstrate siempre Madre nuestra. Amén"
(Seguidamente rezáis un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)