​​​       SOS-SOPLO DE SANTIDAD

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MINISTERIO CATOLICO MISIONERO DE EVANGELIZACION 

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LO QUE NOS PIDAS...HAREMOS

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A A DONDE MANDES...IREMOS

SOS-SOPLO DE SANTIDAD

LO QUE NOS PIDAS HAREMOS

MINISTERIO CATÓLICO MISIONERO DE EVANGELIZACIÓN

FIESTA



La fiesta del Inmaculado Corazón de María se celebra

el sábado después de Corpus Christi.

La Fiesta del Sagrado Corazón es el día anterior (viernes).

La Iglesia celebra las dos fiestas en días consecutivos para manifestar

que estos dos corazones son inseparables.  María siempre  nos lleva a Jesús. 

Historia


Ya San Juan Eudes, en el siglo XVII, había difundido esta devoción.  
En 1942, en plena II Guerra Mundial, el Papa Pío XII consagró el mundo

al Corazón Inmaculado de María.

La fiesta del Corazón Inmaculado de María fue oficialmente establecida

en toda la Iglesia por el papa Pío XII, el 4 de mayo de 1944, para obtener por medio

de la intercesión de María "la paz entre las naciones, libertad para la Iglesia,

la conversión de los pecadores, amor a la pureza y la práctica de las virtudes".

El Papa Juan Pablo II declaró que la conmemoración del Inmaculado Corazón de María,

será de naturaleza "obligatoria" y no "opcional". Es decir, por primera vez en la Iglesia,

la liturgia para esta celebración debe de realizarse en todo el mundo Católico. 

Del texto de la consagración de Pío XII: 
"Ante tu trono nos postramos suplicantes, seguros de alcanzar misericordia,

de recibir gracias y el auxilio oportuno... Obtén paz y libertad completa

a la Iglesia santa de Dios; detén el diluvio del neopaganismo; fomenta en los fieles

el amor a la pureza, la práctica de la vida cristiana y del celo apostólico,

para que los que sirven a Dios aumenten en mérito y número"

Fundamento:


Después de su entrada a los cielos, el Corazón de María sigue ejerciendo

a favor nuestro su amorosa intercesión. El amor de su corazón se dirige primero

a Dios y a su Hijo Jesús, pero se extiende también con solicitud maternal

sobre todo el género humano que Jesús le confió al morir; y así la veneramos

por la santidad de su Inmaculado Corazón y le solicitamos su ayuda maternal

en nuestro camino a su Hijo. 

El Inmaculado Corazón de María, nuestra madre, es el camino mas rápido

y seguro para llegar a Jesús.

Venerar el Inmaculado Corazón de María es venerar a la mujer que esta llena

del Espíritu Santo, llena de gracia, y siempre pura para Dios. Su corazón femenino

siempre está lleno de amor por sus hijos. Por eso se representa

rodeado de blancas rosas. 
 
Veneramos el corazón que guarda todas las cosas de Dios en su Corazón

y que nos ayuda a sanar y consagrar a Dios nuestro propio corazón.

Devoción de los Cinco Primeros Sábados: 


Es una devoción al Corazón de María. En diciembre de 1925, la Virgen se le apareció

a Lucía Martos, una de las tres pastorcitas vidente de Fátima, y le dijo:

"Yo prometo asistir a la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación,

a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos,

se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen la tercera parte

del Rosario, con intención de darme reparación". 

Junto con la devoción a los nueve Primeros Viernes de Mes,

ésta es una de las devociones más conocidas.

 

Entreguémonos al Corazón de María diciéndole: "¡Llévanos a Jesús de tu mano!

¡Llévanos, Reina y Madre, hasta las profundidades de su Corazón adorable!

¡Corazón Inmaculado de María, ruega por nosotros!

  


María, Madre de Jesús y nuestra, nos señala hoy su Inmaculado Corazón.

Un corazón que arde de amor divino, que rodeado de rosas blancas nos muestra

su pureza total y que atravesado por una espada nos invita a vivir el sendero

del dolor-alegría.

La Fiesta de su Inmaculado Corazón nos remite de manera directa y misteriosa

al Sagrado Corazón de Jesús. Y es que en María todo nos dirige a su Hijo.

Los Corazones de Jesús y María están maravillosamente unidos

en el tiempo y la eternidad...

La Iglesia nos enseña que el modo más seguro de llegar a Jesús es por medio de su Madre.

Por ello, nos consagramos al Corazón de Jesús por medio del Corazón de María.

Esto se hace evidente en la liturgia, al celebrar ambas fiestas de manera consecutiva,

viernes y sábado respectivamente, en la semana siguiente al domingo del Corpus Christi.

Santa María, Mediadora de todas las gracias, nos invita a confiar en su amor maternal,

a dirigir nuestras plegarias pidiéndole a su Inmaculado Corazón que nos ayude

a conformarnos con su Hijo Jesús.

Venerar su Inmaculado Corazón significa, pues, no sólo reverenciar el corazón físico

sino también su persona como fuente y fundamento de todas sus virtudes.

Veneramos expresamente su Corazón como símbolo de su amor a Dios y a los demás.

El Corazón de Nuestra Madre nos muestra claramente la respuesta a los impulsos

de sus dinamismos fundamentales, percibidos, por su profunda pureza,

en el auténtico sentido. Al escoger los caminos concretos entre la variedad

de las posibilidades, que como a toda persona se le ofrece, María, preservada

de toda mancha por la gracia, responde ejemplar y rectamente a la dirección

de tales dinamismos, precisamente según la orientación en ellos impresa

por el Plan de Dios.

Ella, quien atesoraba y meditaba todos los signos de Dios en su Corazón,

nos llama a esforzarnos por conocer nuestro propio corazón, es decir

la realidad profunda de nuestro ser, aquel misterioso núcleo donde encontramos

la huella divina que exige el encuentro pleno con Dios Amor.




La historia de la devoción del Inmaculado Corazón se inicia en el siglo XVII,

como consecuencia del movimiento espiritual que procedía de San Juan Eudes.

Más adelante, en diciembre del año 1925 la Virgen Santísima se le apareció

a Lucía Martos, vidente de Fátima, y le prometió asistir a la hora de la muerte,

con las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en los primeros sábados

de cinco meses consecutivos, se confesasen, recibieran la Sagrada Comunión,

rezasen una tercera parte del Rosario, con la intención de darle reparación.

En la tercera aparición de Fátima, Nuestra Madre le dijo a Lucía: "Nuestro Señor quiere

que se establezca en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado.

Si se hace lo que te digo se salvarán muchas almas y habrá paz; terminará la guerra....

Quiero que se consagre el mundo a mi Corazón Inmaculado y que en reparación

se comulgue el primer sábado de cada mes.... Si se cumplen mis peticiones,

Rusia se convertirá y habrá paz.... Al final triunfará mi Corazón Inmaculado

y la humanidad disfrutará de una era de paz."

En un diálogo entre Lucía y Jacinta, ella, de diez años, dijo a Lucía:

"A mí me queda poco tiempo para ir al Cielo, pero tú te vas a quedar aquí abajo

para dar a conocer al mundo que nuestro Señor desea que se establezca

en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María".

"Diles a todos que pidan esta gracia por medio de ella y que el Corazón de Jesús

desea ser venerado juntamente con el Corazón de su Madre. Insísteles en que pidan

la paz por medio del Inmaculado Corazón de María, pues el Señor ha puesto

en sus manos la paz del mundo."

El Papa Pío XII, el 31 de Octubre de 1942, al clausurarse la solemne celebración

en honor de las Apariciones de Fátima, conforme al mensaje de éstas, consagró

el mundo al Inmaculado Corazón de María.

Asimismo, el 4 de mayo de 1944 el Santo Padre instituyó la fiesta

del Inmaculado Corazón de María, que comenzó a celebrarse el 22 de Agosto.

Ahora tiene lugar el Sábado siguiente al Segundo Domingo de Pentecostés.


Acto de Consagración al Inmaculado Corazón de María


"Oh, Virgen mía, Oh, Madre mía,
yo me ofrezco enteramente a tu Inmaculado Corazón
y te consagro mi cuerpo y mi alma,
mis pensamientos y mis acciones.

Quiero ser como tu quieres que sea,
hacer lo que tu quieres que haga.
No temo, pues siempre estas conmigo.
Ayúdame a amar a tu hijo Jesús,
con todo mi corazón y sobre todas las cosas.

Pon mi mano en la tuya para que este siempre contigo."

Amén







Fundador 
Año 1608


Señor:

que también nosotros, después de una vida dedicada a tu santo servicio,

vayamos un día a acompañarte en tu Patria feliz del cielo, para siempre. Amen.

El que quiera ser el primero que se haga el servidor de todos (Jesucristo).


 






















Este santo nació en los Abruzos (Italia) en 1536 y como era de familia rica

había dispuesto dedicarse al comercio y a la política. Le agradaban fuertemente

el deporte y las fiestas. 
Pero a los 21 años le dio una enfermedad tan terrible a la piel, que parecía lepra,

y todos creían que sería incurable. Entonces Francisco le hizo a Dios esta promesa: 

"Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al sacerdocio y al apostolado".

Y cuando menos se lo esperaba quedó curado de su enfermedad, de una manera

tan admirable que muchos consideraron esta curación como un verdadero milagro.


Entonces nuestro joven cumplió su promesa y se dedicó a prepararse al sacerdocio.

Se fue a Nápoles, y allá, apenas ordenado de sacerdote se unió a un grupo de apostolado

que se dedicaba a atender a los presos de las cárceles. Este trabajo le iba a ser muy útil

para cuando más tarde fundara su Comunidad religiosa.


En el año 1588 un gran apóstol llamado Juan Adorno, dispuso fundar una comunidad

religiosa que dedicara la mitad del tiempo a la oración y la otra mitad al apostolado

y para esto mandó una carta a un tal Ascanio Caracciolo, pidiéndole consejos acerca

de este proyecto y proponiéndole que le colaborara. Y sucedió que los que llevaban

la carta se equivocaron de destinatario y en vez de entregarla a Ascanio la entrega fue

a nuestro santo. Y él al leerla encontró que esta comunidad era lo que él había deseado

por muchos años y se fue donde Juan Adorno y entre los dos fundaron

la nueva congregación.


Juan y Francisco hicieron un Retiro Espiritual de 40 días en un monasterio

de camaldulenses, en perfecto silencio y dedicados totalmente a la oración,

después de ayunar y rezar y meditar mucho, y de haber pedido insistentemente

al Espíritu Santo que los iluminara, redactaron los Reglamentos

de la Nueva Congregación.


La nueva comunidad recibió el nombre de "Clérigos regulares" y su reglamento

tenía detalles como los siguientes:

1º. Cada día alguno de los religiosos hará ayuno

(por que Jesús dijo: "Ciertos espíritus malos no se alejan sino con la oración y el ayuno").


2º. Todo lo religioso pasará cada día al menos una hora en el templo en oración

ante el Santísimo Sacramento.


3º. Los religiosos prometerán no aspirar a cargos importantes ni a altos puestos.


Los dos fundadores se fueron a Roma y el Papa Sixto V aprobó la nueva Congregación,

y les fue concedida una casa junto a la famosa Basílica Santa María la Mayor

y pronto empezaron a llegarles muchos jóvenes con la aspiración de pertenecer

a la comunidad recién fundada.

Los fervorosos religiosos se dedicaban a predicar misiones por pueblos y veredas

y a hacer apostolados en las cárceles y hospitales. Tenían ciertos sitios apartados

y solitarios para retirarse de vez en cuando a dedicarse a la oración y a la meditación.
Al morir su compañero, fue nombrado nuestro santo como superior general

de la Congregación, pero él se sentía totalmente indigno y firmaba así sus cartas:

"Francisco el pecador".


Aunque había sido nombrado Superior General, sin embargo Francisco seguía haciendo

su turno semanal para barrer las habitaciones, tender las camas de los huéspedes,

y lavar la loza en la cocina, como todos los demás. Las pocas horas que concedía al sueño

las pasaba sobre una mesa, o en las gradas del altar.


Sus amados pobres sabía que siempre tenía lago para regalarles, y muchas veces tuvo

que salir por las calles de la ciudad a pedir limosnas para regalarles a los necesitados.

En pleno invierno se quitaba su propio abrigo y lo regalaba a los más pobres. 
Los pecadores sabían que en el confesionario los estaba esperando todos los días

con un corazón inmensamente comprensivo.


Los envidiosos le inventaron horribles calumnias, y él callaba humildemente,

dejando a Dios que se encargara de su defensa. Muchos le demostraban desprecio

y otros se oponían agriamente a sus labores apostólicas, pero el santo lo soportaba todo

con gran mansedumbre y paciencia. Nadie le escuchaba jamás una queja contra

los que lo hacían sufrir.


Sus sermones trataban casi siempre acerca de la gran misericordia que Dios tiene

para con nosotros los pecadores. Tanto que la gente lo llamaba "El predicador del Amor

de Dios". Y no se cansaba de propagar en sus sermones la devoción a la Sma. Virgen.
De vez en cuando con la señal de la cruz devolvía la salud a los enfermos.

La gente se arrodillaba al verlo pasar por las calles. 


Fundó una gran casa religiosa en Nápoles, que pronto se llenó de nuevos religiosos

de su congregación. Fundó también casas en Madrid, Valladolid y Alcalá en España.

En 1607 renunció a todos sus cargos y se dedicó a la oración y a la meditación,

como preparándose para la muerte. Escogió como habitación un cuartucho debajo

de una escalera en la casa religiosa de Nápoles, y allí varias veces lo encontraron

en el suelo, con los brazos en cruz, en éxtasis, orando mirando al crucifijo

y sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.


El Sumo Pontífice le ofreció varias veces nombrarlo obispo, pero el santo

que había hecho juramento de no aspirar a altos puestos, no quiso aceptar.

Se sentía indigno.
En el año 1608 se fue hacia el santuario de la Sma. Virgen de Loreto y allá le permitieron

pasar la noche orando ante la imagen de Nuestra Señora, y en una visión sintió

que su antiguo compañero Juan Adorno le decía: "Pronto nos encontraremos

de nuevo en la eternidad". Al día siguiente amaneció con alta fiebre.

Recibió los últimos sacramentos y después de comulgar por viático empezó a decir: 

"Vayamos jubilosos, vayamos jubilosos". Uno de los presentes le preguntó:

- Vayamos jubilosos, ¿a dónde Padre Francisco?" y él respondió: "A la Patria Celestial.

Al cielo. Al cielo para siempre". Y tan pronto terminó de decir estas palabras

le fue concedido su deseo y murió en santa paz, pasando a la eternidad a recibir

el premio de sus muchas buenas obras. Era el 4 de junio del año 1608.

Tenía apenas 44 años. Su cuerpo, después de muerte despedía suaves fragancias

que por tres días llenaron aquel recinto.