​​​       SOS-SOPLO DE SANTIDAD

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MINISTERIO CATOLICO MISIONERO DE EVANGELIZACION 

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LO QUE NOS PIDAS...HAREMOS

       A DONDE MANDES IREMOS . . .


A A DONDE MANDES...IREMOS

SOS-SOPLO DE SANTIDAD

LO QUE NOS PIDAS HAREMOS

MINISTERIO CATÓLICO MISIONERO DE EVANGELIZACIÓN





Visita 13



Jesus,huesped amable del alma


Mis ojos y mi corazón estarán ahí todos los días

." He aquí cómo Jesús cumple esta su hermosísima promesa en el Sacramento del Altar,

donde con nosotros se halla de noche y de día. Pudiera, Señor mío, bastaros es estar en el Sacramento

sólo de día, cuando tuvieseis en vuestra presencia adoradores que os acompañasen;

mas ¿de qué os sirve permanecer ahí también por la noche, en la cual los hombres cierran las iglesias

y se retiran a sus casas dejándoos enteramente solo? Pero ya os entiendo;

el amor os hizo prisionero nuestro; el amor apasionado que nos tenéis, os unió a este mundo,

de tal suerte, que ni de noche ni de día os consiente apartaros de nosotros. ¡Ah, Salvador amabilísimo!

Sólo esta fineza de amor debiera obligar a todos los hombres a acompañaros siempre en el santo Sagrario,

hasta que por fuerza los echasen de allí; y al ausentarse, deberían dejar al pie del altar su corazón

y todos sus afectos en obsequio del Dios humanado que permanece solo y oculto en el Tabernáculo,

hecho todo ojos para mirarnos y remediar nuestras necesidades, y todo corazón, para amarnos, y esperando

el próximo día, en que las almas, sus amadas, vayan a visitarle.

Sí, Jesús mío, contentaros quiero. Os consagro toda mi voluntad y todos mis afectos.

¡Oh, Majestad infinita de mi Dios!, os quedasteis en este divino Sacramento,

no sólo para estar presente y próximo a nosotros, sino principalmente para comunicarnos

a vuestras almas predilectas. Mas, Señor, ¿quién se atreverá a acercarse a vuestra mesa

y alimentarse de vuestro cuerpo?... O, más bien, ¿quién podrá alejarse de Vos?...

Os ocultáis en la Hostia consagrada, para  entrar dentro de nosotros.

Ardéis en deseos de que os recibamos, y gustáis de uniros a nosotros.

Venid, pues, Jesús mío, venid; deseo recibiros dentro de mí, para que seáis el Dios de mi corazón

y de mi voluntad. Cuanto es de mi parte, Redentor mío amabilísimo, ceda a vuestro amor:

satisfacciones, placeres, voluntad propia..., todo os lo sacrifico.

Os amo, Dios mío, os amo, y por siempre a Vos sólo quiero amar.


Jaculatoria.


- Atraedme con los lazos de vuetro amor.


 Visita a María Santísima


Nos exhorta San Bernardo a que busquemos la gracia y a que la busquemos por medio de María.

Ella es -dice San Pedro Damiánel tesoro de las gracias divinas;

puede enriquecernos y quiere enriquecernos. Por eso nos invita y llama ella misma:

Quien sea pequeñuelo, véngase a mí. Señora amabilísima, Señora nobilísima, Señora benignísima,

mirad a un pobre pecador, que a Vos se encomienda y en Vos enteramente confía.


Visita al Patriarca San José


Jaculatoria.


Apartad de mí, San José purísimo, las tentaciones de impureza.








Visita 14




Jesus,escucha benigno nuestras peticiones


































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Visita  11


Jesus es generoso con quienes le visitan


Procuremos no apartarnos -dice Santa Teresa- ni perder de vista a nuestro a amado Pastor Jesús,

porque las ovejas que están cerca de su pastor son siempre las más atendidas y regaladas,

siempre reciben algún particular bocadillo de lo que él mismo come.

Y si acaeciere que el pastor duerme, la ovejuela no se aparta de él hasta que se despierta,

o le despierta ella misma con sus balidos, para ser entonces de nuevo objeto de sus caricias y regalos.


Redentor mío Sacramentado, aquí estoy cerca de Vos, y no quiero otro regalo que el fervor

y perseverancia en vuestro amor. Gracias te doy, ¡oh, santa fe!, porque me enseñas y aseguras

que en el divino Sacramento del Altar, en aquel Pan celestial, no hay pan, sino que allí

está realmente mi Señor Jesucristo, y que está por mi amor.


Señor mío y todo mi bien, creo que estáis presente en el Santísimo Sacramento;

y aunque desconocido a los ojos de la carne, os reconozco con la luz de la fe, en la Hostia consagrada,

por Monarca del Cielo y de la tierra, y Salvador del mundo.

¡Ah, dulcísimo Jesús mío!, así como sois mi esperanza, mi salvación, mi fortaleza y mi consuelo,

quiero que seáis también mi exclusivo amor y el único blanco de todos mis pensamientos,

deseos y afectos. Más me complazco en la suma felicidad de que gozáis y gozaréis eternamente,

que de todo el bien que yo pudiera alcanzar en el tiempo y en la eternidad. Mi mayor contento

es saber que Vos, amado Redentor mío, sois plenamente dichoso y que vuestra felicidad es infinita.


Reinad, reinad, Señor mío, en toda mi alma; os la entrego sin reserva, para que siempre la poseáis.

Sean mi voluntad, mis sentidos y mis potencias esclavos de vuestro amor, y no me sirvan en este mundo

más que para daros gusto y gloria.  Esta fue vuestra vida, ¡oh, primera Amante y Madre de mi Jesús, María Santísima!

Ayudadme, Señor, y alcanzadme que en lo porvenir viva tan eternamente feliz en Dios, como Vos vivisteis.


Jaculatoria.


Jesús Maestro,camino,,verdad y vida,

ten piedad de nosotros


Visita a Maria Santisima


Bienaventurado el que vela ante mis puertas todos los días

y aguarda a los umbrales de mi casa...¡Dichoso el que, como los pobres que están a las puertas de los ricos,

pide solícito limosna ante las puertas de la misericordia de María;

y más dichoso aún el que procura imitar las virtudes que en María considera,

y especialmente su pureza y humildad.


Jaculatoria.


Ayúdame, esperanza mía.


Visita al Patriarca San José


Escribe San Bernardo que José fue aquel siervo fiel y prudente, escogido para ser no sólo

el apoyo de la Madre de Dios y del mismo Jesucristo, sino también el fidelísimo cooperador del gran consejo.

La salvación de los hombres, la redención del mundo, fue, en efecto, la obra del gran consejo

de las tres Personas de la Santísima Trinidad; y José fue elegido para cooperar en cierto modo a esta obra divina.

Protector mío San José, os ruego humildemente que me hagáis, como Vos, diligente y fiel en el cumplimiento

de los deberes de mi estado. Jaculatoria. San José bendito, guiadme al Cielo.

















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Visita  12



Jesus,centro de nuestros amores



Quien ama a Jesús, está con Jesús, y Jesús está con él." Cuando San Felipe Neri comulgó por Viático,

al ver entrar el Santísimo Sacramento, exclamó: Aquí está el amor mío, aquí está el amor mío.

Diga, pues, cada uno de nosotros en presencia de Jesús Sacramentado: Aquí está el amor mío;

éste es y será el blanco de mis amores, durante toda mi vida, por toda la eternidad. Vos,

Señor y Dios mío, dijisteis en el Evangelio, que quien os ame será amado de Vos más que otra cosa.

Venid, y asentad vuestra habitación en la pobre casa de mi alma, de tal suerte, que nunca

os apartéis de mí; o, por mejor decir, que jamás os despida yo a Vos. Vos nunca os ausentáis

si no sois despedido.

Mas así como os arrojé de mí en lo pasado, temo me vuelva a suceder tamaña desgracia

en lo venidero. ¡Ah! No permitáis que acaezca en el mundo esta nueva maldad y horrenda

ingratitud:que yo singularmente favorecido de Vos con tantas gracias, llegue a echaros otra vez

fuera de mi alma.

Mas ¡ay! Que puede suceder...Por eso, Señor, prefiero la muerte, si es de vuestro agrado,

para que muriendo unido con Vos, con Vos viva eternamente. Sí, Jesús mío, así lo espero.

Os abrazo y estrecho en mi pobre corazón; haced que siempre os ame, y siempre sea amado de Vos.

Sí, Redentor mío amabilísimo, siempre os amaré, y siempre me amaréis.

Espero que nos amaremos siempre, ¡oh, Dios de mi alma!, por toda la eternidad.


Jaculatoria.


Jesús mío, quiero siempre amaros y ser amado de Vos.


 Visita a María Santísima


Los que se guían por mí, no pecarán." El que se ocupe en obsequiarme -dice María-

alcanzará la perseverancia. Los que me esclarecen tendrán la vida eterna;

y los que trabajan en hacer que los demás me conozcan y amen.

Promete hablar siempre que puedas, pública o privadamente, de las glorias y de la devoción de María.


Jaculatoria


.- ¡Dignaos recibir mis alabanzas, Virgen sagrada!


 Visita al Patriarca San José


San José es llamado en el Evangelio hombre justo, hombre perfecto, que posee todas las virtudes.

Poseía, por consiguiente, José, fe viva, esperanza firme, caridad ardiente para con Dios y el prójimo,

humildad profundísima, y todas las demás virtudes. ¡Oh, gran Santo, modelo perfectísimo de justicia y santidad!,

dignaos alcanzarme las virtudes que poseísteis Vos en tan alto grado, y sobre todo un amor ardientísimo

a Jesucristo y a su santísima Madre.


Jaculatoria.


Guiadme, santo Esposo de María, por la senda de la perfección.

Se lee la Oración a San José para causas dificiles







​Oración a San José por las causas difíciles de San Francisco de Sales

“Glorioso San José, esposo de María, concédenos tu protección paternal, que te imploramos por el Corazón de Jesús

y el Inmaculado Corazón de María.
Oh tú, cuyo poder se extiende a todas nuestras necesidades y sabes cómo hacer posibles las cosas más imposibles,

abre tus ojos de padre a los intereses de tus hijos. En la vergüenza y la pena que te presentamos, recurrimos a ti con confianza; dígnate tomar por tu conducta caritativa este asunto importante y difícil, causa de nuestra inquietud.

Haz que su feliz resultado se convierta en la gloria de Dios y el bien de sus devotos siervos.
¡Oh, tú que nunca has sido invocado en vano, amado San José! Tú, cuyo crédito es tan poderoso ante Dios

que podríamos decir: “En el cielo, José más bien ordena, no suplica",  padre tierno, ruega por nosotros Jesús,

ruega por nosotros María. Sé nuestro abogado con este Hijo divino cuyo padre adoptivo fuiste tan atento, tan querido

y el fiel protector. Sé nuestro abogado con María, de quien fuiste amoroso y tiernamente amado esposo.

Agrega a todas tus glorias la de ganar la causa difícil que te confiamos.
Creemos, sí, creemos que tú puedes conceder nuestros deseos librándonos de las penas que nos abruman

y de la amargura que llena nuestra alma; tenemos, además, la firme confianza de que no descuidarás nada

en favor de los afligidos que a ti imploran. Humildemente postrado a tus pies, buen San José, te imploramos,

ten piedad de nuestros gemidos y nuestras lágrimas; cúbrenos con el manto de tu misericordia y bendícenos.
¡San José, gracias!


Otras oraciones en situaciones